lunes, 5 de abril de 2010

Un oso robotizado que ríe, grita y ronca sería la mejor compañía para niños y ancianos

El peluche de grandes ojos negros y carita traviesa, puede un día hacer compañía y estimular su desarrollo, según un equipo del grupo lectrónico japonés Fujitsu.


Queremos proponer un objeto que pueda entrar en las familias, las clínicas de convalecencia o los colegios y que tenga una acción humana benéfica", explicó a AFP uno de los investigadores.


De hecho, este prototipo de osezno aún no ha sido bautizado, pero ya tiene una mirada, gestos, actitudes y susurros con sabor a infancia. Hasta tal punto que uno no se da cuenta de que su morro es en realidad una cámara, un tercer ojo que detecta la presencia de seres humanos y responde a su comportamiento con mímicas adaptadas.


"Hemos concebido una biblioteca de 320 posturas que el osito adopta en función de la atención que se le presta", explicó el ingeniero. "Queremos que tenga una apariencia realmente natural".


El osezno reacciona a distancia mediante el análisis visual de los movimientos de su entorno y cuando alguien lo toca, gracias a sensores implantados en su cabeza o en el resto de su cuerpo. Basta con que una niña lo sostenga como a un bebé para que este tierno animal se acurruque contra su mejilla.


El oso de Fujitsu, que ronca al quedarse dormido, se ríe y emite pequeños gritos. Su contacto es muy agradable por estar forrado de peluche y no de metal como muchos de los robots presentes en el mercado japonés.


"Examinamos la posibilidad de probarlo próximamente en las clínicas de convalecencia para que divierta y tranquilice a los ancianos", adelanta el investigador de Fujitsu.


Ya existe un precedente en Japón, el robot bebé foca Paro, desarrollado con ayuda estatal. Este impresionante animal sintético contribuye en cientos de hospitales y de centros de acogida de la tercera edad a calmar a la gente, disminuyendo así los riesgos de depresión y de repliegue en sí mismo.


Fujitsu se imagina también a su osito en los colegios para ayudar a los niños a comunicarse, a tener autoestima y a desarrollar sus capacidades, todo ello mientras se analizan sus reacciones gracias a las imágenes de vídeo captadas por la cámara.


El osezno bien podría ejercer en un hogar de mediador entre los impasibles aparatos electrónicos y su propietario. Capacitado para hablar, podría por ejemplo comentar que hace frío y que conviene encender la calefacción para, acto seguido, ponerse manos a la obra.


Este tipo de comportamiento no incomoda a los japoneses, que ven con buenos ojos los robots y todo tipo de seres artificiales con tal de que tengan sentimientos, algo en lo que creen firmemente.


TOKIO

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